"Ver Portugal de noche desde el avión, con todas las luces encendidas de la ciudad, y alejarme mientras tanto en la altura, fue muy triste, y lloré mucho. No quería irme, pero supe que era necesario. Cuando me dejaste en el aeropuerto te besé y nos dimos un abrazo. Yo entré y te miré a través del vidrio hasta que te fuiste. Te hubiese dado un abrazo más largo...". "Dejarte fue una de las cosas más difíciles. Ojalá entiendas cuánto yo te quiero, que especial eres para mí".
(Fragmento de una de las primeras cartas que escribí en Argentina).
El amor de mi vida ha quedado un poco lejos de aquí, pero yo me encuentro más cerca de mí. Hoy saqué de un cuaderno, cartas que escribí para él. Desde que volví a mi casa aquel día, no he dejado de pensar en él.
Escribir me ayudó a hacer catarsis con todo lo que venía viviendo. Cuento en otro posteo que sentí un "despertar" desde el momento en que lo conocí. Y desde allí muchas cosas cambiaron en mi persona y en mi entorno. Entonces sentí que yo, cada vez mejoraba en las cosas del día a día y vi como la vibración de mi mundo aumentaba. Y me gustó. Y seguí, seguí creciendo, aprendiendo. Comencé este 2020, encerrada en casa, claro por la cuarentena, a encontrarme a mí misma con las meditaciones, donde me ponía a reflexionar todas mis experiencias, mis relaciones: laborales, familiares, analizando mucho todo. Sanando, dejando ir, resignándome a ciertos asuntos.
Escribirle cartas era sentirlo más cerca, sin percibir la diferencia horaria ni la distancia. Era contarle todo lo que deseaba, lo que sentía y cosas que me habían quedado por hablarle de frente.
Hoy me animo a abrir algunas cartas y ver qué escribí.
Una de aquellas dice: "...Por las noches necesito abrazarte, estos días se me están haciendo muy difíciles. Casi no duermo realmente. La noche está difícil..."
Y me hace acordar que en esas fechas, cuando iba a acostarme, miraba hacia mi izquierda buscándolo... no estaba, claro que no estaba junto a mí. Ya se me había hecho costumbre abrazarlo o que él me abrace para dormir, rezarle, o acariciarle la espalda. Recordé sus abrazos, porque el invierno en Portugal no es joda, si se siente el frío. Pero yo con él estaba bien.
Encontré palabras muy fuertes, en otra escribí: "... pero dentro de todo lo que hiciste por mí, decirme la verdad, fue lo mejor que hiciste hacia mí...".
"... cuando todo esto termine, voy a ir a darte un abrazo".
¡Cada vez encuentro más cosas! y entre tanto acá compartiéndoles esto se me caen algunas lágrimas pero también sonrisas.
Por momentos estoy muy bien, y por otros llegan recuerdos de momentos felices y pienso: ¡Qué pena, que lástima que todo dio así".
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Lo miré y sabía que lo amaría 💙
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